Como un gigante revivido resurgió el movimiento de lucha del 21 N del 2019, este 28 de abril, dando comienzo a lo que parece ser uno de los mayores pulsos de este periodo: el Paro Nacional contra la Reforma Tributaria.
Aunque la demanda principal surgió del agotamiento causado por el adefesio de ley presentado por el Ministerio de Hacienda, lo cierto es que detrás hay una profunda inconformidad que recorre un largo listado de abusos por parte del gobierno de Duque contra las mayorías más empobrecidas y que con el paso de los días se han comenzado a sumar a las exigencias del Paro, aún y cuando no aparecen en las demandas formales.
Los acontecimientos se han desenvuelto rápido y parecen mostrar un intenso desarrollo, aumentando su grado de violencia según pasan las horas hasta llegar a cuotas trágicas, pero también despertando una conciencia inusitada en las masas. No obstante, una solución verdadera en forma de un programa revolucionario que ayude a afrontar la actual crisis no se divisa en ninguna parte, mucho menos un liderazgo fuerte que una a todas las organizaciones bajo un objetivo único y organizado. Esto le da un carácter desordenado al movimiento, debilitándolo y exponiéndolo a las acciones espontáneas e insurreccionales y abre espacio a los oportunistas y reformistas que a cada avance de la huelga tratan de llegar a la conciliación con la burguesía, con fines puramente electorales.
Aún así, los días que vivimos hoy son el aprendizaje para mañana y a pesar de su dureza y crueldad, cada jornada ha mostrado a las mayorías su capacidad de unión, al mismo tiempo que les revela la crudeza violenta de las élites colombianas, que no es más que el verdadero rostro del capitalismo.
Jornadas de dolorosa enseñanza:
El primer día se desenvolvió bajo un ambiente más o menos tranquilo en la mayoría de las 23 ciudades que salieron a marchar. Cientos de miles asistieron según la convocatoria del Comité del Paro, respetando la distancia y arengando en contra de la Reforma Tributaria. De hecho el día concluyó con cacerolazos que se escucharon en todas partes.
No obstante, el miedo de las élites, ante la vigorosa demostración de fuerza de las masas no se hizo esperar y pronto desató su única arma: la represión. Y es que hasta el momento, según Human Rights International, van 35 civiles asesinados, 31 personas desaparecidas, 45 defensores de DDHH agredidos y una mujer violada por agentes de policía, en el desarrollo de las marchas. Es posible que esta cifra sea aún mayor, teniendo en cuenta que en la ciudad de Cali, sucedieron enfrentamientos que usaron de excusa para declarar un toque de queda de cinco días y pedir la presencia del ejército. Este último, al cierre del día 30, disparó indiscriminadamente ráfagas de fusil a los manifestantes desarmados mientras protestaban pacíficamente. Mientras lo hacían, la luz se iba en diferentes barrios. Esto indica un grado de planeación a la hora de implementar esta mezquina estrategia. Igualmente denuncian que el pie de fuerza aumentó después de que llegara un desorbitado número de soldados al aeropuerto de la capital del Valle del Cauca para recibir el día del trabajo.
Estas acciones violentas también se han replicado en otras ciudades, como Medellín, Bogotá, Neiva, Pereira, Buenaventura, entre otras. Disparos con armas de fuego, quemas de automóviles, vidrios de viviendas rotos, brutales golpizas, utilización de plazas deportivas como centros de tortura y un largo etcétera hacen parte de su criminal actuar. La orden, además, la dio Uribe, que desde su cuenta de Twitter pidió tolerar el uso de las armas de dotación del Ejército y la Policía contra los marchantes, a los que él cataloga como vándalos. Este trino fue borrado y la cuenta del ex presidente suspendida.
Al mismo tiempo la actitud del presidente Duque ha sido infame, ignorando la marcha y llamando a no hacer actos vandálicos, mientras criminaliza, amenaza y banaliza. Lo último que hizo, acorralado por la presión, fue anunciar modificaciones al texto de la reforma en puntos como el impuesto del IVA a productos de la canasta familiar o la gasolina y el no ampliamiento a la base del impuesto de renta, cosas de corte cosmético, ya que existen puntos de fondo que resultan más dañinos para los ingresos (ya de por sí bajos) de los trabajadores. Sus formas han llevado a tal extremo de cansancio al movimiento que la respuesta ha sido la radicalización de este, exigiendo el retiro total de esta Reforma Tributaria y de la de Salud, así como la renuncia presidencial o derrocamiento a la fuerza.
Sin embargo, estas iniciativas han surgido de las masas en la calle, pues el Comité del Paro y las Centrales Obreras, como CUT y FECODE, decidieron hacer expresiones virtuales de protesta, a partir de este viernes y hasta el 19 de mayo cuando proponen retornar a las calles. El argumento es que los toques de queda por el tercer pico de pandemia llaman a la responsabilidad con la salud pública. Semejante retirada en estas condiciones no ayuda ni a preservar avances hechos ni a preparar avances futuros. Esto es un abandono de los trabajadores en medio de la lucha por miedo a confrontar la reacción del gobierno de Duque-Uribe.
Sin el liderazgo de los sindicatos o una alternativa revolucionaria, las masas colombianas solo pueden contar con su propia energía. Y si bien esta energía puede mover montañas, sólo lo puede hacer con una dirección revolucionaria y un programa socialista. Sin esto, eventualmente esta energía se disipará y no encontrará una expresión que logre cambiar las condiciones que la crea. Lo único que se lograra es una confrontación abierta con la reacción. Una confrontación que la reacción probablemente gane sin muchos problemas.
Estamos al borde de una insurrección de proporciones mayores y se siente en el ambiente. Hemos presenciado, incluso, un despertar en algunos individuos del Ejército y la Policía que evidencian la fractura dentro de estas instituciones corruptas, pero debemos comprender que este es hasta ahora el comienzo. Lo que tiene mucho sentido, estos cuerpos de represión están compuestos, en sus bases, por la clase obrera y el campesinado pobre. En muchos casos, sus orígenes en estos ambientes tiende a crear simpatía por la causa de los trabajadores, especialmente cuando esta causa encuentra una expresión política.
¿Cómo enfrentar el futuro?
La determinación de continuar sigue presente y no parece existir brida que frene al caballo salvaje de la masa en desobediencia. Aunque apoyamos esa rebeldía creemos importante fundamentarla con organización y formación teórica, sino los resultados pueden ser tan trágicos como han venido siendo.
Una de estas estrategias es la de crear comités barriales de lucha que discutan la manera de defenderse de los abusos policiales y comiencen la discusión sobre los problemas de la localidad, la ciudad y el país para proponerlos a consejos territoriales con el mismo fundamento. Estos deben estar enmarcados dentro de la democracia de la huelga: cuando un curso de acción se decide a través del debate y los votos, este se mantiene hasta que la oportunidad de otro debate se abra. No solo esto, pero es necesario imbuir estas organizaciones con un programa político de carácter socialista, que les de un propósito más grande que la defensa del movimiento: el propósito de desafiar a la élite colombiana por el poder.
La historia reciente de Latinoamérica está llena de insurrecciones propiciadas por legislaciones como la reforma tributaria. Lo vimos en el Octubre Rojo de Chile y Ecuador. En ambos países, protestas causadas por proyectos de leyes austeros terminaron con huelgas generales que desafiaron el poder de los gobiernos de Sebastian Piñera y Lenin Moreno, respectivamente. En ambos casos, se crearon guardias populares, comités de lucha que defendieron a los manifestantes de lo peor que la policía tenía que ofrecer y ayudaba a las masas a ocupar edificios gubernamentales. Estos cuerpos son el siguiente paso ya que la burocracia sindicalista ha abdicado su rol de liderazgo en esta lucha.
La tarea de los revolucionarios en este momento es clara: buscar a los mejores elementos de la clase obrera Colombiana con estas ideas y empezar a traer estas ideas al resto de la clase obrera Colombiana. Ideas que clarifiquen la razón detrás de la crueldad de este sistema y el gobierno de Duque-Uribe en particular y como ponerle un punto final a la clase que este gobierno representa.