La Corriente Marxista Internacional en el Estado español rechaza la implicación española en la guerra de Ucrania. Rechazamos en particular el envío de armas al gobierno ucraniano y demás medidas anunciadas por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados el pasado 2 de marzo, con el apoyo entusiasta de la derecha y de la ultraderecha, así como de la izquierda pagada del régimen.
[CATALÀ]
[GALEGO]
[EUSKERA]
Según fuentes del Ministerio de Defensa español se enviarán decenas de toneladas de armamento y munición, consistente en 1.370 lanzagranadas antitanque, 700.000 cartuchos y varios miles de ametralladoras. Las mismas fuentes no descartan envíos de material de guerra adicionales. Esto se suma a las actuales fuerzas españolas desplegadas en la zona, consistentes en 800 efectivos, entre soldados y oficiales, cuatro aviones de combate, tres buques de guerra en el mar Negro, y 80 blindados en Letonia.
Este envío de armamento, además del que están realizando directamente el resto de países europeos, se suma al envío de la propia Unión Europea como institución, a través del llamado “Fondo Europeo de Apoyo a la Paz” –un eufemismo orwelliano muy apropiado– que implicará por sí solo un gasto de 500 millones de euros.
Dejando claro nuestro rechazo a la invasión militar rusa de Ucrania, que está teniendo consecuencias nefastas para los trabajadores ucranianos y rusos, nos negamos a conceder ninguna credencial democrática ni progresista al reaccionario régimen semidictatorial ucraniano, un régimen que oprime a la población rusoparlante ucraniana, que ha glorificado a los colaboracionistas ucranianos con la Alemania nazi, que ha dado cabida a grupos paramilitares fascistas en el aparato del Estado y que se ha convertido en una agencia del imperialismo occidental. Dicho gobierno ha sido empujado a este conflicto por los intereses imperialistas de EEUU, en su pugna con Rusia por la expansión de la OTAN a los antiguos países estalinistas del Este de Europa, y tras los que también ha arrastrado a la Unión Europea capitalista.
Toda esta ayuda armamentística no cambiará sustancialmente la correlación de fuerzas militares sobre el terreno, abrumadoramente a favor de Rusia, simplemente servirá para prolongar un conflicto sangriento que se traducirá en una mayor destrucción y en la pérdida innecesaria de miles de vidas más en esta guerra reaccionaria.
La clase obrera pagará esta guerra
Pero la clase obrera ucraniana y rusa no serán las únicas víctimas de este escenario. Por el contrario, toda la clase obrera española y europea pagará un duro precio con esta guerra, económico, social y en derechos democráticos.
Los trabajadores costearán de su bolsillo, a través del dinero público, la destrucción y la muerte a las que nos han llevado las rivalidades interimperialistas de EEUU y Rusia. Un dinero que debería ser destinado al gasto social, a la sanidad, la educación, a mejorar nuestras infraestructuras. Este conflicto ya ha disparado los precios del gas y del petróleo a los mayores niveles en décadas, y está agravando la crisis de las cadenas de suministro, con sus consecuencias en subidas adicionales de los precios y paralización de sectores de la economía. Las sanciones económicas entre un bloque y otro empeorarán la situación. Como afirmó Lenin en su día, la guerra es terrible en términos de costes, destrucción, refugiados y pérdidas de vida, pero también es terriblemente beneficiosa para las empresas armamentísticas, petroleras, eléctricas y de consumo básico que están llenando sus arcas con las consecuencias de este conflicto y el alza de los precios, a costa de la degradación de las condiciones de vida de las familias obreras.
Estamos viendo cómo, con la excusa del “enemigo ruso”, se están cercenando los derechos democráticos en España y toda Europa. En una violación flagrante de la libertad de información y de prensa, se ha prohibido la emisión en Europa de los canales de TV rusos Russia Today (RT) y Sputnik. En la República Checa, país de la “democrática” Unión Europea, la Fiscalía amenaza con 3 años de cárcel a quien se pronuncie públicamente a favor de Rusia en esta guerra. La Universidad milanesa de La Bicocca, en Italia, prohibió una conferencia del director teatral Paolo Nori sobre la obra literaria del escritor ruso Dostoievski, ¡un autor del siglo XIX! Sólo el clamor de las protestas ha hecho retroceder al rectorado de esta universidad. En España, la Filmoteca de Andalucía ha cancelado la proyección de la película de ciencia-ficción soviética de 1972, Solaris, del director Andréi Tarkovski aduciendo “prudencia por la delicada situación mundial”. El pasado viernes 25 de febrero en la concentración de protesta contra la guerra en Sevilla, la policía nacional sacó de la manifestación e identificó a una veintena de personas por llevar banderas comunistas y una pancarta que contenía el lema “No a la OTAN”.
Vemos así como el militarismo y el ataque a los derechos democráticos son la misma respuesta de ambos bandos en conflicto.
Ante la escalada de guerra y de barbarie por sucios intereses imperialistas oponemos la lucha revolucionaria de clases en Ucrania, Rusia y Europa contra la opresión imperialista, la opresión nacional y la opresión capitalista.
Bancarrota de la izquierda parlamentaria…
La posición de la derecha y de la ultraderecha ha sido la que cabía esperar, alineada con los intereses imperialistas occidentales. PP, Ciudadanos y Vox atienden la voz de sus amos en Whashington y Bruselas, y los últimos se dan la mano con sus compinches fascistas y nazis en Ucrania.
La izquierda domesticada del régimen ha jugado el papel más pernicioso en esto, al utilizar su posición para confundir a la clase trabajadora y colocarse como el vagón de cola de los intereses del imperialismo occidental.
Todo el aparato del PSOE, la viga maestra que sostiene en la actual coyuntura todo el edificio del Régimen del 78, desde la monarquía podrida a los privilegios de la Iglesia, hasta los principales intereses de la oligarquía de grandes empresarios y banqueros, se ha posicionado incondicionalmente con sus amos. Es particularmente vergonzoso que Sánchez cediera a la presión de la derecha, como él mismo reconoció, para aceptar el envío directo de armas para Ucrania. Esto no nos extraña, la política exterior es una continuación de la política interior. Los mismos que son sensibles a las presiones de la patronal para traicionar su promesa a los trabajadores y mantener casi intacta la reforma laboral del PP, deben ser sensibles a las presiones imperialistas en el exterior.
Un papel particularmente escandaloso lo ha jugado la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, máxima dirigente de Unidas Podemos, que ha apoyado servilmente la decisión de Sánchez. Esto la desacredita completamente como aspirante a liderar una alternativa a la izquierda del PSOE, del que cada vez se distingue menos. El mismo papel servil lo ha tenido En Comú Podem, la pata catalana de Unidas Podemos, quien a través de su portavoz Jaume Asens mostró igualmente su apoyo al envío de armamento.
Alberto Garzón, dirigente de Izquierda Unida, como es usual, ha dado la callada por respuesta, escondiéndose en los momentos decisivos.
Un papel igualmente lamentable los han jugado Más País y sus aliados de Compromís en el País Valenciano. Baldoví, el portavoz parlamentario de este último, declaró en el Congreso que tenía “muchísimas dudas”, pero que “el grito de 'No a la guerra' "no disuadirá al monstruo y no ayudará a Ucrania", dando así un apoyo tácito vergonzante al envío de armas a Ucrania. Íñigo Errejón tuvo igualmente una actitud pusilánime. Insinuó un rechazo, advirtiendo del peligro de “no acabar en una guerra mayor" y de caer en “las espirales militaristas”, pero sin atreverse a condenar explícitamente el envío de armas.
Sólo salvaron parcialmente el honor de la izquierda los representantes de Podemos, ERC, CUP, EH Bildu, y BNG, quienes rechazaron abiertamente el envío de armas, siendo Rufíán de ERC el más enfático con su rechazo a la OTAN, como también hicieron EH Bildu y la CUP. En cualquier caso, tampoco ofrecieron ninguna alternativa, salvo quejas morales y apelaciones a las “vías diplomáticas”, la “cooperación” y el “diálogo”. ERC y Podemos han condenado la invasión rusa pero han evitado señalar la responsabilidad de EEUU y la OTAN en el conflicto, mientras apoyan las sanciones económicas contra Rusia, y mantienen silencio ante la prohibición de los canales rusos de RT y Sputnik en toda Europa. La misma posición moralista de apelación a las “vías diplomáticas” ha tomado la organización Anticapitalistas, a través de su portavoz en el Parlamento Europeo, Miguel Urbán. Toda esta gente no puede ver más allá de la actual geopolítica imperialista, cuando ha sido el fracaso y la imposibilidad de llegar a un acuerdo “a través de vías diplomáticas” lo que ha conducido a la guerra, que es la manera normal con que se arreglan los asuntos importantes bajo el capitalismo cuando los ladrones no se ponen de acuerdo en el reparto del botín.
Ninguno de los campos tiene interés en resolver en conflicto “por vías diplomáticas” sino en imponer su criterio sobre la base de misiles, destrucción y muerte para expandir sus zonas de influencia en el este de Europa.
… y del periodismo “progre”
Un papel particularmente bochornoso debemos atribuir a los periodistas y tertulianos “de izquierda” Antonio Maestre y Daniel Bernabé, dos “obreristas” de salón que durante todo el año se permiten aparecer muy a la izquierda –no en vano, el público izquierdista les provee de un mercado muy lucrativo para la venta de sus libros, artículos de opinión y tertulias audiovisuales– pero que en los asuntos decisivos para la burguesía, aquellos en los que se ventilan sus carreras, prestigio e ingresos si se salen del tiesto, se alinean sin rechistar con el enemigo de clase. Tal ha sido el caso en el pasado en relación con el conflicto catalán, lo fue también en su apoyo a la reforma laboral del gobierno –pese a la resistencia inicial de Maestre – y lo ha sido ahora apoyando el envío de armas a Ucrania posicionándose en los hechos en el campo del imperialismo de EEUU y la OTAN. No por casualidad, Maestre y Bernabé son los defensores más adictos de Yolanda Díaz, y el primero ha pedido públicamente la disolución de Podemos.
Por una alternativa socialista y revolucionaria
Sólo una salida socialista y fraternal entre los trabajadores de Ucrania y de Rusia puede conducir a una resolución justa y duradera al conflicto. La clase obrera rusa debe ajustar cuentas con el sátrapa del Kremlin y la corrupta clase capitalista rusa. A los trabajadores de Europa nos cabe la responsabilidad de luchar contra nuestro enemigo en casa, nuestras burguesías locales y el imperialismo occidental. La clase obrera ucraniana debe levantarse contra su gobierno, crear sus propios organismos de poder obrero, derribar las instituciones corruptas, deponer a los oficiales reaccionarios, tomar el control de las armas y de las grandes empresas y hacerse dueña del país, desmantelar los grupos paramilitares nazis y adoptar una posición internacionalista, lo que incluye garantizar plenos derechos democráticos y lingüísticos para la población rusoparlante de Ucrania y del Donbás. Sólo así estará en condiciones de convertir la guerra de resistencia en una guerra revolucionaria contra el imperialismo ruso, confraternizando con los soldados rusos enviados al frente y haciendo un llamamiento a la clase obrera rusa para que se levante también contra sus opresores al otro lado de la frontera. En esas condiciones, la ofensiva rusa colapsaría rápidamente y ambos campos imperialistas serían derrotados.
Poco nos importa que los cínicos y desmoralizados nos reprochen que nuestra alternativa es poco “práctica” o “irrealizable”. Sus propuestas “prácticas” se concretan en guerra, muerte y destrucción o en utópicas “vías diplomáticas”.
El capitalismo ha demostrado una y otra vez su bancarrota. Su continuidad significa crisis económica y medioambiental, pandemias incontrolables, guerras y sufrimiento infinito para cientos de millones en todo el mundo.
Que cerca de un 40% de la población española, como han mostrado las encuestas, abrumadoramente familias obreras y jóvenes, se muestren ya hoy en contra de la implicación española en esta guerra, pese al monopolio político y mediático ensordecedor a su favor y la histeria informativa, es un principio enormemente esperanzador para la puesta en pie de un movimiento de millones contra la guerra imperialista y por una paz justa y duradera, sin opresiones ni intereses capitalistas de por medio, que obligue al gobierno de Sánchez a dar marcha atrás en sus planes y que sea una inspiración para su extensión por toda Europa y más allá.
¡No a la implicación española en este conflicto!
¡No a la guerra!
¡No al imperialismo!
¡No a la OTAN!
¡Por una alternativa socialista y revolucionaria en Ucrania, Rusia y toda Europa!