El fracaso de Añez en el manejo sanitario y social de la pandemia está realmente fuera de discusión. Laboratorios y hospitales están colapsando y ya se levantan cadáveres de domicilios y calles. Que el gobierno quiera tapar esta realidad con el aumento insuficiente de camas hospitalarias e ítems en salud, que son siempre sin las protecciones de la Ley del Trabajo, es patéticamente inútil. Cien días de cuarentena han postrado a la población sin ni siquiera frenar el crecimiento exponencial de contagios. Paraguay, con una cuarentena estricta desde el 20 de marzo hasta el 3 mayo, tiene 1379 casos y 13 muertos, las cifras más bajas de la región.
El fracaso de Añez
Estos mismos resultados quería lograr Añez al dictar la cuarentena. El confinamiento, obligatorio en Paraguay y voluntario en Uruguay, fue acatado y efectivo porque la derecha al gobierno en estos países logró el consenso con las oposiciones sobre esta medida, es decir que las oposiciones renunciaran a cuestionar el costo social de la cuarentena. Pero la candidata Añez no podía conseguir nada similar, ni ha podido utilizar la pandemia para resolver la fractura institucional con la mayoría de dos tercios del MAS que le hace obstruccionismo en la Asamblea Legislativa. Su gobierno es muy resistido en el país porque representa solo una pequeña minoría del mismo frente político, social y militar que derrocó a Evo. Esto, hasta ahora, ha frenado las posibilidades de un nuevo golpe.
Pero esto explica sólo en mínima parte el desastre del que la presidenta interina es responsable. La cuarentena de Añez ha sido dictada con toda una serie de excepciones en toda una serie de actividades productivas, concedidas dejando en la más total desprotección a los trabajadores. Así el contagio se ha propagado en municipios, comunidades rurales, centros mineros y territorios indígenas siguiendo las rutas de la explotación laboral del agronegocio, de la informalidad que de este deriva, de la industria y de las multinacionales mineras y petroleras.
Esto es un gobierno burgués
La corrupción señala la debilidad del gobierno de Añez, del cual todos quieren sacar lo máximo hasta que dure, al puro estilo parasitario de la burguesía boliviana. Sin embargo su fracaso en frenar la pandemia se debe a razones de clase. Añez y su gobierno representan los intereses de CAINCO, San Cristóbal, Petrobras y Repsol, es decir de empresarios y multinacionales. De ellos no puede salir ninguna intervención del sistema privado de salud; ningún derecho para obreros o personal en salud; ninguna nacionalización para financiar el sistema público de salud.
En tres meses nadie podía resolver el problema de décadas de deterioro del sistema sanitario público. Por esto mismo en los primeros puntos de nuestro escueto programa para enfrentar la pandemia, que volvemos a publicar al fondo de esta revista, colocamos la nacionalización del sistema privado de salud, ítems y derechos para los salubristas y que los trabajadores sean los encargados de vigilar el cumplimiento de las medidas de bioseguridad en las empresas que se mantuvieron en operación y hoy están plagadas de contagios. Solo el programa de la clase trabajadora puede dar respuestas a la emergencia sanitaria, porque somos trabajadores y trabajadoras los más afectados por el coronavirus y no tenemos lucros que anteponer a la vida.
Hacia las elecciones
El hecho que el Órgano Electoral Plurinacional, presidido por el vocal nombrado por Añez, ha promovido un acuerdo que es fundamentalmente entre el MAS y Mesa para fijar las elecciones al 6 de septiembre, puede interpretarse en un solo sentido. Ante la tremenda crisis que enfrentamos y una creciente presión de la clase trabajadora sobre la misma burocracia sindical, la burguesía ve en las elecciones la única manera de ganar legitimidad para su programa de contagio, despidos, recortes y endeudamiento. Mientras escribimos Añez acaba de promulgar la ley. Como habíamos explicado en nuestra página web, la única alternativa a esto era un autogolpe lo cual, por la debilidad de su gobierno, significa que Añez en realidad nunca tuvo alternativa.
Toda la iniciativa política del MAS en los últimos meses se basaba en que Añez habría utilizado la pandemia para evitar las elecciones. Las movilizaciones de la base de este partido exigiendo elecciones inmediatas y el levantamiento de la cuarentena se deben a esta estrategia y a la falta de conexión del MAS con las luchas de enfermeras, médicos y sectores populares para que el gobierno adopte las medidas necesarias contra la difusión del contagio. La manera como Evo y Arce se han precavido, por ahora, de la posibilidad que la elección sea nuevamente postergada es evidencia que el MAS no ha entendido la lección del año pasado. Han hecho un acuerdo con Mesa, postergando hasta después de la posesión del nuevo gobierno la solución de los problemas de crisis y salud que atormentan a la clase trabajadora y al pueblo pobre hoy.
Las incógnitas del resultado
En circunstancias normales sería legítimo esperarse una importante afirmación electoral del MAS como expresión reconocible de la reacción de la clase trabajadora al desastre de este gobierno burgués. Pero estas no son circunstancias normales. Sobre el MAS pesa una gran susceptibilidad de la clase trabajadora, que fue la causa de su debilitamiento fatal en octubre. Los propios sindicatos fabriles, no nosotros, han criticado públicamente la ley aprobada en abril por el MAS que impide los despidos por solo dos meses, autorizandolos en caso de quiebra. La propia COB ha dicho no a la propuesta, que Arce defiende, de recuperar recursos para las empresas de los aportes a las AFP.
La COB, mediante su ejecutivo Huarachi y el de los mineros Gutiérrez, han amenazado a Añez con estas palabras “te quedan dos caminos… te vas con elecciones nacionales democráticas o te vas con una convulsión social”. En el mismo momento que decían esto centenares de fabriles de decenas de empresas de La Paz convulsionaban el centro paceño en una marcha disciplinada y atenta a impedir situaciones de contagio, para exigir el respeto a la estabilidad laboral y a los derechos laborales. En este contexto el único significado que asumen las amenazas de Huarachi y Gutiérrez es que ellos pueden detener la convulsión social que ya se da por efecto de la lucha de clases. ¿Cómo? Como lo han hecho en diciembre, pactando la “pacificación” con Añez a cambio de una resolución que, de manera totalmente antidemocrática, prorroga su mandato hasta el 2022. Para muchos trabajadores esta gente que vendió ENATEX a la “alianza estratégica” con el MAS es garantía que las cosas no irán mejores con Arce.
Qué defendemos
No todos los candidatos son iguales. Añez, Mesa y Camacho representan todos, con matices, el programa burgués. Añez propone liberalizar transgénicos y exportaciones porque defiende que solo el enriquecimiento de los empresarios puede permitir migajas para la clase trabajadora y el pueblo. Camacho le añade utilizar la religión contra los derechos de las mujeres. Y Mesa… pues Mesa en realidad no propone nada porque su candidatura sigue siendo la que pretende garantizar una transición ordenada desde la era del MAS hacia un parlamento plural más controlable por el poder económico burgués. No hay jóven, campesino, mujer o trabajador consciente que no esté pensando cómo votar en contra de todos ellos. A esto mismo convocamos al conjunto de la clase trabajadora.
Si el MAS levantara la consigna de la huelga general y un programa de lucha para que la crisis la paguen los burgueses, aseguraría de un solo tiro la victoria de septiembre, la respuesta a la crisis del capitalismo y el más poderoso deterrente contra cualquier intentona golpista. La diferencia de Arce con los demás candidatos es que él podría hacerlo, y no es cosa de poco. Pero Arce habla de dar plata a las empresas para que no despidan mientras los trabajadores protestan en las calles; propone planes de autoempleo para los jóvenes que están en fermento por los problemas de la educación a distancia etc. Es decir propone rescatar este sistema en lugar de transformarlo, con medidas que si bien hoy puedan dar un mayor alivio, no resuelven la crisis a la raíz.
Esto sucede porqué el MAS no es un partido de la clase trabajadora. Sus utopías de colaboración de clases son reaccionarias frente a un capitalismo agonizante cuyo dos caminos son o la burguesía con sus planes de despidos y cierre de empresas paliados con medidas sociales que luego el mismo pueblo tendrá que pagar, o la lucha de la clase obrera para que la crisis la paguen empresarios, multinacionales, bancos, agroindustriales etc. Esto está claro a siempre más trabajadores. Necesitamos un partido de la clase trabajadora, es decir un partido que se proponga derrotar a Añez, Mesa y Camacho con la lucha de clases, como el nombre de esta revista que, de este proceso, quiere y será parte integrante.