Los planes para crear una exclusiva Superliga Europea de Fútbol han sido derrotados gracias a las protestas masivas de los aficionados al fútbol de toda Inglaterra. Esta es una gran victoria para los aficionados. Pero la lucha para detener la especulación y el saqueo del “deporte del pueblo” continúa.
Después de enormes protestas fuera de los campos de fútbol de todo el país, los planes para crear una nueva Superliga Europea (ESL) elitista han sido de facto suprimidos, al menos por ahora.
El anuncio del domingo 18 de abril por parte de los organizadores de la ESL provocó una enorme reacción en todos los ámbitos. Como resultado, bajo la presión de los aficionados, jugadores y el gobierno, los seis clubes de la Premier League involucrados en la competición propuesta se han echado atrás.
“Sensación de revolución”
Estas protestas no estaban solo motivadas por la Superliga, sino por la falta total de voz que los aficionados tienen en este deporte. Esta ira refleja un malestar todavía mayor acerca de todo este asunto: los altos precios de las entradas, la elitista Premier League, retransmisiones televisivas; corrupción en la UEFA y la FIFA y mucho más.
Tal era el estado de ánimo fuera de Stamford Bridge, donde el Chelsea luchó por un empate ante el Brighton, que un periódico habló de que en el lugar se vivía una “sensación de una revolución”.
Protestas similares tuvieron lugar fuera del estadio del Leeds el lunes, donde jugaba el Liverpool, y delante los estadios de todos los demás clubes que se habían inscrito en la Superliga.
A decir verdad, lo que hemos visto es la mayor revuelta de aficionados en años, ciertamente desde la campaña para limitar los precios de las entradas para seguidores visitantes. Las demandas deben ser unificadas.
Sistema putrefacto
A pesar de las falsas afirmaciones de Boris Johnson, han sido los seguidores, con el apoyo de jugadores y entrenadores, quienes han ganado esta batalla. Los aficionados han visto correctamente la Superliga como una estafa y lo han señalado en términos inequívocos. El sistema de la Superliga propuesto por los empresarios del fútbol es injusto, elitista y está diseñado para estafarnos.
Imagina cuál hubiera sido el estado de ánimo si los campos de fútbol hubieran estado abarrotados de seguidores protestando.
La batalla contrar la Superliga ha arrojado luz sobre la podredumbre del fútbol actual. Ya no es “el deporte del pueblo”, se ha convertido en una fuente de enorme riqueza para unos pocos ricos.
Sin embargo, a pesar de que el proyecto de la Superliga ha sido parado, nada ha cambiado fundamentalmente.
Nosotros decimos: este es nuestro deporte, y es hora de recuperarlo.
¿Y ahora qué?
Los clubes formadores de la Superliga Europea (y otros) ahora se reagruparán y buscarán una vía diferente para maximizar sus beneficios a nuestra costa. A fin de cuentas, esta es la razón por la que estos multimillonarios compraron clubes de fútbol.
Los precios de las acciones en los clubes formadores de la Superliga subieron después del anuncio inicial, mostrando cuál era la verdadera fuerza impulsora detrás de la medida.
Aunque estos clubes están preocupados por la revuelta desde abajo, estarán más preocupados por la presión de sus propietarios multimillonarios y el resto de los capitalistas parásitos con acciones en este deporte. Por lo tanto, a pesar de estas recientes protestas, no dejarán de escuchar las demandas del capital.
Curiosamente, una vez que quedó claro que la Superliga tambaleaba, la UEFA cambió su tono. En lugar de su postura previamente hostil, la organización comenzó a ser muy amigable de nuevo hacia los 12 clubes que se habían inscrito en la nueva y rival competición.
La razón es simple: saben que necesitan el dinero de los mejores clubes. De hecho, han estado complaciendo sus demandas durante años.
Los últimos planes de la UEFA para reorganizar las principales competiciones europeas son una advertencia. Después de todo, muchas de las características declaradas en las nuevas propuestas son terriblemente similares a las de la Superliga. Lo más revelador es lo que está oculto en la letra pequeña, donde la declaración oficial reza:
“A finales de año se tomarán otras decisiones sobre asuntos como el reequilibrio de la lista de accesos, las fechas de los partidos, el sistema de reparto, el formato para las finales, los coeficientes y la distribución financiera. Si fuera necesario, se realizarían ajustes potenciales sobre el formato aprobado hoy”.
“Más ajustes”, “coeficientes potenciales”: esto quiere decir una puerta trasera para nuevas concesiones a la rica élite y sus patrocinadores ocultos, las compañías de televisión.
Medios de comunicación y dinero
En realidad, los intereses de las multinacionales de radiodifusión han estado de la mano con el establishment del fútbol durante décadas. Han estado presionando por más partidos en directo, partidos más “atractivos para el espectador” y a veces, que se adecuen a sus necesidades.
Así es, después de todo, como funciona el deporte profesional en los EE.UU. Los partidos se retransmiten en directo en todo tipo de momentos y lugares. Y se mantiene un sistema de “franquicias” de ligas cerradas, sin ascensos ni descensos y formadas por “equipos” que se definen mejor como “marcas”.
Irónicamente, el principal atractivo del fútbol europeo para los capitalistas es que, a diferencia del béisbol, el baloncesto, etc. de Estados Unidos, no está controlado por una federación dominante que regule el gasto, los salarios, las transferencias, etc.
Los clubes ricos de la Premier League de fútbol inglés, por ejemplo, son bastante libres de socavar la competencia mediante un monstruoso gasto. Por tanto, el dinero de la televisión se ha convertido en algo fundamental. Y, a su vez, las grandes empresas de medios, como Sky de Murdoch, están exigiendo mucho a cambio de sus donaciones.
Hasta no hace muchos años, los partidos se jugaban por la tardes. Sin embargo, incluso antes de la COVID-19, esto ha ido cambiando, con partidos nocturnos en fin de semana.
La pandemia permitió a las compañías de televisión impulsar una selección aún más amplia de horarios: desde la hora del almuerzo hasta la noche los fines de semana; y a menudo con dos partidos por noche en días laborables.
Incluso una vez que los aficionados puedan volver a los campos, las empresas de televisión querrán continuar esta configuración de una forma u otra. El dominio de los gigantescos monopolios mediáticos y sus intereses (es decir, sus ganancias) ya está en toda la Premier League y el fútbol europeo.
Capitalismo y competencia
Muchos han señalado que la Superliga solo ha sido el producto del funcionamiento del libre mercado. Esto es cierto: lo que hemos visto es un reflejo del sistema capitalista en su conjunto, donde los patrones y los multimillonarios se ven impulsados a aumentar continuamente sus ganancias a costa nuestra. Los no tan ricos se hunden y las masas se encuentran cada vez más con el agua en el cuello.
Esta es la lógica implacable del capitalismo, basada en el beneficio y la competencia. Y como señaló Karl Marx, esta competencia siempre se convierte en su opuesto, con la monopolización de la industria y la concentración de la riqueza en manos de unos pocos superricos.
En el caso de la Superliga, diseñada para no involucrar competencia real en absoluto, esta afirmación se ha producido de forma literal. En su lugar, los grandes equipos tenían garantizado un puesto en este torneo de élite en el que participaban las marcas más famosas del fútbol, todo para garantizar que las ganancias continuaran fluyendo hacia sus arcas.
Esta es la advertencia. La Superliga se ha parado, pero el sistema permanece. La UEFA y la FIFA saben qué intereses representan. El verdadero problema que estos organismos corruptos tenían con la Superliga Europea era que no tenían el control y no recibían su parte.
Expulsemos el lucro
Mientras la prioridad sea el beneficio, con los clubes de fútbol dirigidos principalmente como negocios, todas las cosas que más han enfurecido a los aficionados sucederán una y otra vez.
Podemos esperar nuevos intentos de “reformar” la Premier League. Hay que estar atentos a una Superliga regresando por la puerta trasera, probablemente con una chaqueta de la UEFA puesta. Podemos anticipar que los partidos de fútbol sean apartados a todo tipo de horarios inoportunos para servir a los horarios televisivos.
Sobre todo, a pesar de toda la retórica proveniente de las salas de juntas de los clubes y desde Westminster, podemos esperar que los intereses de los aficionados sigan siendo ignorados.
El problema es la propiedad y el control. Los ricos y poderosos poseen “nuestros” clubes, y controlan a organismos como la UEFA y la FIFA. Nosotros solo estamos allí para actuar como extras en televisión.
Luchar por el socialismo
El estado de ira que hemos visto en los últimos días debe dirigirse ahora hacia el conjunto del sistema podrido y corrupto. Esta fue la razón por la que se crearon las diversas organizaciones de aficionados en primer lugar, sobre todo después de la aparición de la Premier League.
Lo que se necesita es la propiedad pública de los clubes, para que sirvan a los intereses de los aficionados, jugadores, entrenadores y la comunidad en general. En cambio, en la actualidad, el deporte está diseñado para servir a los intereses de las grandes empresas: inversores multimillonarios, multinacionales, bancos y los gigantes monopolios en los medios de comunicación y cadenas de televisión.
No se puede confiar en la UEFA y la FIFA. Deben ser lanzados a la papelera y reemplazados por un conjunto de órganos genuinamente democráticos que actúen en interés del deporte, no de sus cuentas bancarias secretas.
La Superliga es solo la última y más visible exhibición de todo lo que está mal en el fútbol, y todo lo que está mal en el propio sistema capitalista.
La solución es clara: ¡luchemos por el deporte del pueblo! ¡Luchemos por ser escuchados! ¡Luchemos por el socialismo!
Los acontecimientos recientes muestran que, cuando estamos unidos, organizados y movilizados, podemos ganar. La lucha sirve. Si la Superliga ha podido ser derrotada, entonces todo es posible.