Ecuador: una ola de violencia sin precedentes

Este martes, 9 de enero, hemos visto en los noticieros de todo el mundo un escenario de violencia sin precedentes, en Ecuador, principalmente en Guayaquil, pero también en la capital Quito. ¿Qué está pasando? y ¿Por qué?

Este domingo, 7 de enero, Fito Macías, el líder de una facción criminal llamada Los Choneros se ha escapado del presidio de Guayas. Este ha sido el episodio que motivó que el recién jurado presidente Daniel Noboa decretase en estado de excepción en Ecuador, el decreto permite que las fuerzas armadas actúen en la seguridad pública. El lunes 08, intervinieron en los presidios de Ecuador para disciplinar a los detenidos con métodos violentos e intentar controlar los presidios.

En respuesta, al día siguiente, las bandas criminales llevaron a cabo una serie de ataques en todo el país, desde saqueos en el Centro Histórico de Quito, invasiones y secuestros temporales a personas en las universidades de Guayaquil, cerraron carreteras, incendiaron  autobuses e incluso invadieron un programa de televisión en vivo que transmitía cómo los criminales tomaron  los trabajadores del estudio de televisión como  rehenes.

Al final del día, el presidente Noboa ha decretado un nuevo nivel del estado de excepción, que es la evaluación que hay un conflicto armado interno, el que le permite al Estado suspender todavía más derechos democráticos, implementaron un toque de queda de las 23 horas hasta las 5 de la mañana y otras medidas más.

Obviamente todo esto no surge de la nada, la crisis del capitalismo es el caldo de cultivo necesario para que las bandas criminales crezcan y se fortalezcan. Podemos citar algunos elementos que profundizan el escenario de deterioro social: La crisis económica de 2014 y 2015 con la desaceleración de la economía china que ha impactado toda América Latina; dos gobiernos consecutivos con medidas liberales profundas, de Lenin Moreno y Guillermo Lasso; el impacto de la pandemia de COVID-19 fue muy profundo en Ecuador; muchos periodistas denuncian que los puertos de la costa de Ecuador pasaron a ser parte de las rutas de los narcotraficantes; así como la economía dolarizada de Ecuador que facilita el lavado de dinero del narcotráfico.

Todo esto ha hecho que los episodios de violencia disparen en Ecuador. De 2018 a 2023 el número de homicidios aumentó 800%, saltando de 6 para 46 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2023, son números que traspasan los de Brasil y México por ejemplo, que son de los países más violentos de América Latina. En agosto del año pasado uno de los candidatos a la presidencia, Fernando Villavicencio, fue asesinado inmediatamente después de un comicio electoral, esto a apenas diez días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

La verdad es que la clase trabajadora y la juventud se han movilizado en los últimos años en contra del deterioro de las condiciones de vida en Ecuador, tanto en el Estallido de Octubre de 2019 como en el Paro Nacional de junio de 2022. Por falta de una dirección revolucionaria estas grandes movilizaciones de la clase obrera no han cumplido su propósito, la dirección de las manifestaciones de una forma u otra llegaron a acuerdos con Moreno en 2019 y Lasso en 2022, y nada ha cambiado, las demandas presentadas son limitadas y no solucionan los problemas desde una base material, aunque ni siquiera fueron concedidas.

La oposición reformista se dobla ante la ‘unidad nacional’

Lamentablemente, tanto Revolución Ciudadana como CONAIE, bajo presión, sucumben y se unen al coro del presidente Daniel Noboa quien clama por la unidad nacional para combatir las bandas criminales. Tanto Rafael Correa de Revolución Ciudadana como Leonidas Iza de CONAIE publicaron en sus redes sociales su apoyo al Estado de Excepción, en nombre de la Unidad Nacional.

¿De qué unidad nacional estamos hablando? ¿Cómo puede haber ‘unidad’ de intereses entre los obreros y campesinos junto a los magnates capitalistas oligárquicos que los explotan? ¿Unidad nacional entre los que masacraron a los campesinos, trabajadores y jóvenes en el levantamiento de octubre de 2019 y sus víctimas?. La idea es presentar un enfrentamiento entre las bandas criminales y el estado de derecho democrático. Pero esto es falso. 

En primer lugar, las bandas criminales forman parte del entramado del podrido capitalismo ecuatoriano. Su enorme negocio multimillonario no podría existir sin la confabulación de sectores empresarios, financieros y del propio aparato del estado (la policía, el ejército, las cortes,…). 

En segundo lugar, el “estado democrático de derecho” no es una institución neutral, sino es el instrumento directo de los intereses de la oligarquía capitalista y el imperialismo. Cualquier medida para fortalecer el aparato del estado burgués y sus poderes, con la excusa de la lucha contra el narcotráfico, va a ser usado en el futuro contra el pueblo trabajador. 

Sabemos que el Estado tiene un aparato militar más grande que los narcotraficantes y probablemente controlarán la situación, van a llegar a un acuerdo con los narcotraficantes para que convivan en esta nueva situación aún más tensa. Como sucede en Brasil y México, por ejemplo, que de una forma u otra el Estado Nacional convive con las bandas criminales, tienen diputados electos y controlan los barrios más pobres de las grandes ciudades.

Toda esta situación alimenta la demagogia de populistas de derechas como Nayib Bukele y Jair Bolsonaro que usan estas condiciones de decadencia para ganar popularidad y votos. Bolsonaro no hizo nada para combatir el crimen durante su mandato como presidente, pero Bukele ha avanzado en contra de las bandas criminales, utilizando métodos bonapartistas, combinando la represión brutal y la supresión de derechos democráticos y acuerdos con los dirigentes de las pandillas, y como consecuencia su popularidad es grande.

Los comunistas tenemos claro que la única clase que puede detener la violencia creciente, que es consecuencia de la crisis del sistema capitalista, es la clase obrera organizada. Por lo tanto es necesario que la clase obrera tome el poder en sus manos y le ponga fin a este sistema económico podrido. ¡La revolución comunista es la única salida!