El presidente ruso, Vladimir Putin, dio un giro crítico el pasado lunes en la confrontación con Ucrania al reconocer las repúblicas separatistas en el este de Ucrania y ordenar el envío de las fuerzas militares rusas a esa zona. A continuación, publicamos la declaración de los camaradas rusos de la CMI, elaborada junto con nuestros seguidores marxistas en Ucrania y el Donbás, en oposición a este conflicto interimperialista.
El 15 de febrero, la Duma del Estado ruso votó a favor de una propuesta de reconocimiento diplomático inmediato de la República Popular de Donetsk (RPD) y la República Popular de Lugansk (RPL). La mayoría del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia se pronunció a favor del reconocimiento el 21 de febrero. El presidente hizo lo mismo. Finalmente, en la noche del 21 al 22 de febrero comenzó una intervención militar directa de las tropas rusas en estos territorios.
Los iniciadores de este procedimiento apelan al hecho de que el reconocimiento diplomático de las repúblicas es una respuesta a la amenaza militar de Ucrania y al bloque de la OTAN, y que los países de la OTAN están divididos internamente, tanto en relación con el régimen de Putin como con el conflicto en curso. Esta línea de argumentación revela la esencia hipócrita del comportamiento de la élite política rusa, que hasta ahora ha sostenido obstinadamente que “no participa en el conflicto intraucraniano”. Ya era obvio para cualquiera con ojos para ver que había interferencia rusa en la zona de conflicto en el este de Ucrania. Ahora, se ha convertido en una invasión abierta. Igualmente hipócritas son las declaraciones de los líderes de los países de la OTAN y sus servidores de los medios, que pretenden que les importan los “derechos humanos", la “unidad territorial” y “una Ucrania libre de injerencia”.
La hipocresía es un rasgo común a todas las partes principales del conflicto. Los gobiernos de Rusia, los Estados Unidos, los países de la UE y Ucrania justifican sus acciones de todas las formas posibles hablando de los intereses de los pueblos y sus derechos. En la práctica, todos están interesados en esta gente como mano de obra barata y en el territorio del Donbás como objeto de saqueo y creación de nuevos mercados. Las frases altivas de todos los gobiernos burgueses no son más que una tapadera para una política cínica dirigida en todas partes contra los intereses de la mayoría de los trabajadores y sus derechos.
Una guerra de propaganda busca atrapar a comunistas e izquierdistas de diferentes bandos en una falsa elección entre diferentes fuerzas imperialistas, a escala internacional o regional; entre diferentes camarillas de capitalistas; entre diferentes posiciones etnochovinistas. Como internacionalistas, nuestra posición es la de no dejarnos engañar por el capital y sus portavoces, y convertirnos en sus servidores voluntarios, sin importar dónde se encuentren: en Moscú, Bruselas, Washington o Kiev. Hablamos en nombre de un solo interés: el interés común de la clase trabajadora de todas las naciones.
Sin embargo, la estrategia y las tareas de los comunistas en diferentes países difieren en momentos específicos. Los trabajadores locales y los comunistas no deberían dejarse llevar por posiciones 'geopolíticas', sobre quién comenzó primero. Nuestra tarea es detener una posible guerra y apoyar la formación de un movimiento de los trabajadores rusos, ucranianos y de las repúblicas contra la guerra. La única forma de hacerlo es actuar sobre la base de que “el principal enemigo está en el propio país”. Cada bando tiene un enemigo diferente. Sería un error culpar al “agresor externo” y alinearnos con nuestros gobiernos.
Autodeterminación del Donbás
Antes de discutir un futuro acuerdo de paz, es necesario señalar lo principal: el pueblo del Donbás tiene derecho a la autodeterminación. Y esta autodeterminación debe basarse en una elección libre y democrática. Cualquier indicación de que el destino del Donbás debe ser decidido por “todos los ucranianos”, el gobierno de Ucrania o, más aún, Estados Unidos y Rusia, es una traición al principio democrático del derecho a la autodeterminación, se mire como se mire.
Quienes niegan el derecho del Donbás a la autodeterminación dicen que “no es un pueblo”; argumentan que pertenece al pueblo “ucraniano” o “ruso”, dependiendo de las inclinaciones nacionalistas del hablante. Llegan incluso a negar la capacidad de los habitantes del Donbás para tomar una decisión independiente en principio. Nada de esto resiste el escrutinio. De hecho, se trata de un chovinismo vergonzoso y de la negación de los derechos democráticos a cuatro millones de personas.
Sin embargo, en primer lugar, defender el derecho a la autodeterminación no significa un apoyo automático a ningún separatismo. Reconocemos incondicionalmente el derecho a la autodeterminación de la RPD y la RPL, y reconocemos la decisión democrática de su pueblo, cualquiera que sea. Pero también consideramos posible hablar de las formas más progresistas de ejercer la autodeterminación desde el punto de vista de los intereses generales de la clase obrera y de la lucha por el socialismo. Creemos que la elección, en el marco de la autodeterminación, debe partir de la perspectiva de una futura cooperación y camaradería entre los trabajadores de Kiev, Donetsk y Moscú; unidad entre un minero y un programador, un médico y un maestro; entre todos aquellos que crean valor en la sociedad. Por eso la elección debe ser libre y consciente.
En segundo lugar, nos negamos a reconocer un voto a punta de pistola, con el dedo de los imperialistas y sus satélites en el gatillo, como autodeterminación. Una auténtica elección democrática sólo es posible en condiciones de democracia política y libertad de oposición. Pero por el momento, las autoridades de las repúblicas se han convertido en clientes corruptos controlados por Rusia, y la oposición está siendo perseguida. La autodeterminación de la RPD y la RPL es un asunto del futuro movimiento democrático y obrero que, al decidir sobre el destino del Donbás, inevitablemente actuará en contra de las autoridades existentes en las repúblicas.
Posiciones e intenciones de los gobiernos burgueses
La guerra está causando un gran daño a Ucrania y, al parecer, su gobierno debería estar más interesado en una resolución pacífica. Sin embargo, las fuerzas políticas que llegaron al poder después del Maidán son uno de los principales obstáculos para ello.
En primer lugar, los propios dirigentes de Ucrania juegan con los etnonacionalistas y los nutre, legalizando de hecho las organizaciones políticas de ultraderecha y poniéndolas bajo el ala de las autoridades. Siguiendo al régimen de Poroshenko, y contrariamente a sus promesas de campaña, el gobierno de Zelensky está utilizando la retórica y las políticas nacionalistas para oponerse a las libertades lingüísticas de los rusohablantes y continúa glorificando a los colaboradores nazis. Tal política excluye cualquier consenso pacífico con la población de la RPD y de la RPL, e impide su reintegración voluntaria.
En segundo lugar, durante ocho años, la guerra demoledora ha sido una fuente de enriquecimiento para los corruptos oligarcas y cleptócratas ucranianos. Por lo tanto, la camarilla reaccionaria en el poder en Ucrania, en contra de los intereses del pueblo de Ucrania, se beneficia de una guerra de bajo perfil y no de un acuerdo de paz verdaderamente democrático.
El imperialismo estadounidense está aún menos interesado en una solución pacífica del conflicto y, en cambio, lo usa para presionar a Rusia. Para ello, desde hace ocho años, apoya al llamado “partido de guerra”, integrado por las fuerzas más reaccionarias y militaristas de la política ucraniana, incluidos los neonazis.
La posición del gobierno ruso es especialmente hipócrita. A pesar de las declaraciones oficiales sobre la no injerencia en los asuntos internos de Ucrania y de las RPD y RPL, de hecho, el imperialismo ruso agarró por el cuello a estas repúblicas. Tras el reconocimiento de la RPL y la RPD, no hace falta hablar de no intervención.
Rusia utiliza las repúblicas de Donbás para presionar al gobierno de Ucrania y como moneda de cambio en sus juegos políticos con EE. UU. y la UE. El imperialismo ruso necesita regímenes obedientes y políticos maleables en estas repúblicas. En caso de reintegración con Ucrania, estos servirán como instrumentos de Rusia para influir en la política ucraniana. Además, mientras finge hablar de proteger a la gente de la “junta fascista”, el capitalismo ruso utiliza a los habitantes del Donbás como mano de obra semiprivada y ultrabarata, incluso en las minas de carbón del Kuzbass dentro de la Federación Rusa. Los centros más grandes del capitalismo de la UE explotan la mano de obra de la mayor parte de Ucrania de la misma manera.
Además, el gobierno ruso usa este conflicto para sembrar un nacionalismo tóxico en la sociedad rusa, intimidando a la gente con amenazas de agresión externa, la OTAN invadiendo las fronteras rusas, etc. Esto tiene la intención de distraer al pueblo ruso del antagonismo de clase, la desigualdad y la injusticia en su propio país, redirigiendo su rabia y miedo hacia un “enemigo externo”.
La afirmación de las autoridades rusas de que solo Ucrania es el agresor en el conflicto no resiste las críticas. El régimen ruso no solo ha mantenido constantemente la tensión, sino que ha desplegado repetidamente mentiras y provocaciones. Esto fue especialmente evidente durante la escalada actual, respaldada por una campaña de desinformación a gran escala, lanzada por el régimen ruso para crear una justificación conveniente para sus acciones. Por ejemplo, la 'evidencia en vídeo' pregrabada del bombardeo de las repúblicas y los llamamientos de apoyo de los jefes de la RPL y la RPD, emitidos unos días antes del inicio de la evacuación de la población civil. Todo esto revela lo absurdo de las declaraciones sobre la falta de voluntad del Kremlin para escalar el conflicto actual, así como los intentos de algunos en la izquierda rusa de presentarlo como un “mal menor”.
Por lo tanto, un arreglo democrático pacífico no está en los intereses del capitalismo ruso, que se beneficia, al menos, de la tensión constante en el Donbás. Y es por eso que las organizaciones obreras de izquierda que sostienen una posición fundamentalmente contra la guerra en Rusia es progresista y es la única forma de desarrollar la conciencia de clase y la auto-organización de la clase obrera en relación con esta cuestión.
Finalmente, los gobiernos de la RPL y la RPD son actualmente la clientela de Rusia y de la oligarquía local, aislada de la gente. La guerra interminable es la fuente de su posición especial y, por lo tanto, tampoco están interesados en una solución verdaderamente democrática. Rusia no solo apoya, sino que controla a los gobiernos de la RPL y la RPD. Sin este apoyo, los actuales gobiernos de las repúblicas no habrían sobrevivido. Con el apoyo del imperialismo ruso, se persigue a la oposición, se reprimen despiadadamente todas las iniciativas de los trabajadores independientes, e incluso los militares que han mostrado algún grado de independencia han sido asesinados con la participación de los servicios especiales rusos.
En resumen, ocho años después, ni el gobierno de Ucrania, ni las autoridades rusas, ni los Estados Unidos, ni siquiera los gobiernos de la RPD y la RPL están interesados en una solución pacífica y verdaderamente democrática del conflicto.
¿Reintegración o independencia?
Si partimos de los intereses del futuro socialista internacional de la humanidad y del crecimiento de las fuerzas del movimiento obrero, entonces, por regla general, la opción preferida para resolver un conflicto nacional será aquella que conduzca a la resolución de las contradicciones nacionales, al cese de las divisiones sectarias, la reapertura de los lugares de trabajo, y que no generen nuevos conflictos nacionales prolongados.
Si abordamos el conflicto del Donbás únicamente desde esta perspectiva, entonces una de las opciones de resolución consistiría en la reintegración pacífica y democrática de las repúblicas en Ucrania, con la preservación de las libertades lingüísticas y de otro tipo, y la garantía de algún grado de autonomía. que los pueblos de la RPD y RPL soliciten.
Estamos hablando de una reintegración democrática pacífica, y no de una anexión forzosa. Cualquier variante de reintegración forzosa sólo profundizará las divisiones nacionales e infligirá una herida profunda al movimiento obrero. Y la reintegración democrática a la Ucrania de hoy es imposible mientras el gobierno actual y el “partido de la guerra” permanezcan en el poder allí.
Una alternativa a la reintegración es la verdadera independencia de la RPD y la RPL. Sin embargo, sin un cambio de régimen en Rusia, la independencia de las repúblicas sería una ficción, porque en realidad las RPL y RPD devastadas por la guerra seguirán siendo apéndices y una fuente de mano de obra barata para Rusia. Además, si Ucrania sigue siendo hostil, las repúblicas seguirán dependiendo del apoyo militar de Rusia.
Por el momento, la independencia de la RPD y la RPL no solo es reconocida por Rusia, sino que también se ve reforzada por la introducción de tropas. Pero dadas las circunstancias, el reconocimiento oficial de las repúblicas por parte de Rusia significa solo una existencia más oficial de los regímenes RPL y RPD como clientela rusa. Esto no tiene nada que ver con la verdadera independencia, y menos con la autodeterminación de la RPD y la RPL.
Por lo tanto, la independencia real de la RPD y la RPL solo es posible como resultado de la elección democrática de sus pueblos, con el apoyo del movimiento obrero democrático y contra la guerra en Ucrania y Rusia.
Independientemente de las valoraciones de las posibles opciones para la futura resolución de la crisis, la Corriente Marxista, ante todo, defiende fundamentalmente el derecho a la libre determinación. La decisión final sobre el futuro del Donbás debe tomarla el pueblo de Donbás, en el ejercicio de su derecho a la libre determinación a través de un proceso pacífico y democrático. La reintegración forzosa a Ucrania no puede ser la base de la camaradería y la cooperación.
También es necesario señalar la verdad más fundamental. Que, a la larga, no puede haber una solución completa al problema de los conflictos lingüísticos, étnicos y sociales fuera del movimiento hacia el socialismo. La restauración del capitalismo y el colapso de la URSS crearon las condiciones en las que varias camarillas burguesas, dentro de los Estados de la esfera postsoviética, enfrentaran sistemáticamente a la clase obrera de diferentes grupos étnicos y lingüísticos entre sí. Todo esto, para distraer a los trabajadores de lados opuestos de las fronteras nacionales y líneas de demarcación militar del hecho de que tienen un enemigo común: el capital.
Las disputas etnolingüísticas y la enemistad mutua entre los trabajadores, impuestas por los capitalistas, solo sirven para dividir a la clase trabajadora. En realidad, las condiciones en las que se encuentran los trabajadores de Ucrania, Rusia, la RPD y la RPL hacen que tengan mucho más en común entre ellos que con sus gobernantes y empresarios.
Este solo hecho significa que hay una alternativa. Es deber de los comunistas luchar de palabra y obra por un movimiento unido e independiente de trabajadores de diferentes naciones, capaz de llevar a cabo una lucha por una salida genuina del callejón sin salida sangriento en el que nos encontramos.
¡Por una federación socialista libre de Estados obreros, no sólo de la antigua Unión Soviética, sino del mundo entero! Esto significa que no tenemos que esperar simplemente a que suceda algo, o a que los acontecimientos lleguen a una conclusión natural. Por el contrario, es necesario que todos los marxistas genuinos de Rusia, Ucrania y Donbás trabajen juntos para crear una fuerza capaz de liberar el poder potencial de la clase obrera organizada en toda la esfera postsoviética, para construir un partido comunista revolucionario.
Un movimiento democrático unido de trabajadores es la única salida real
La principal condición para superar la trágica situación actual en el Donbás es construir un movimiento unido y democrático de trabajadores a ambos lados, libre de la presión de cualquier bloque imperialista. Esta es una tarea extremadamente difícil, pero también es la única verdaderamente realista para cualquiera que quiera poner fin a la barbarie de la guerra, que destruye las condiciones de vida de la clase obrera a ambos lados de las líneas militares. También es necesario entender que, sin un movimiento obrero fuerte e independiente, basado en un programa político internacionalista socialista, la 'libertad' para los trabajadores de cualquier lado será una farsa.
La formación de un amplio movimiento democrático y un fuerte movimiento obrero en las repúblicas son las condiciones previas para hacer posible la autodeterminación de las repúblicas, así como la conquista de una verdadera libertad para los trabajadores de Ucrania y Rusia. Las camarillas cleptocráticas autoritarias, los gobiernos de las repúblicas, expresan sólo sus propios intereses. Si este futuro movimiento democrático decide separarse de Ucrania, tal decisión debe tomarse y respetarse. La cuestión clave es que los trabajadores deberían poder llevarlo a cabo sin la presión externa de fuerzas de clase ajenas.
La tarea de la izquierda en Ucrania, Rusia, la RPL y la RPD es luchar colectivamente por la libertad de los trabajadores para determinar su futuro, que puede tomar la forma tanto de la independencia de la república como de la reintegración pacífica de la RPL y RPD, con respeto a las libertades lingüísticas y de otro tipo, como parte de Ucrania, dependiendo de la voluntad política de la mayoría de la clase trabajadora. El movimiento para lograr esto debe necesariamente venir de un movimiento unitario de Ucrania y las repúblicas. Una condición fundamental para su formación es un alto el fuego, la desmilitarización y la retirada mutua de las tropas rusas y ucranianas de la línea de contacto. Debemos rechazar el juego de culpas burgués que lanza cada gobierno entre sí, que solo busca confundir a la clase trabajadora.
El logro real de la independencia y la libertad de autodeterminación en el territorio de la actual RPD y RPL solo es posible a través de la toma del poder por parte de la clase trabajadora, respaldada por la “fuerza del rifle", dirigida contra su enemigo de clase común. La política actual de las autoridades de las repúblicas aisladas y, en consecuencia, de Rusia, se dirige en principio contra esto. Tanto el reconocimiento oficial como la intervención militar de Rusia se oponen a este objetivo.
¡La única salida real es la lucha independiente de la clase obrera organizada por el socialismo!
Nuestra posición es clara:
¡Contra la intervención militar rusa!
¡Contra la guerra que arrastraría a la clase obrera de Ucrania y Rusia a la masacre mutua!
¡Por la auténtica libertad de autodeterminación de los trabajadores!
¡Por un movimiento democrático fuerte e independiente dirigido por la clase obrera!
¡Por una federación socialista de los trabajadores de todos los países!
22 febrero 2022