Con el 50,48% de los votos, Gustavo Petro y Francia Marquez han ganado la contienda electoral contra el demagogo derechista Rodolfo Hernandez. El valor histórico de la victoria de Petro, Marquez y el Pacto Histórico no se puede menospreciar. Gustavo Petro se convierte en el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia. Su presidencia representa un punto de inflexión en la lucha de clases de un país en el que la oligarquía capitalista colombiana ha jugado el papel del verdugo con impunidad.
En un país en el cual todos los candidatos que se han opuesto a la oligarquía de manera directa han sido asesinados (Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Luís Carlos Galán) y en el cual la formación de un partido de izquierdas ha sido confrontada con el asesinato masivo de sus militantes (como el caso de la Unión Patriotica, a quienes el gobierno les asesino 1163 miembros a traves de 8 años), la victoria de un partido de masas que se considera de izquierda es un evento sin precedentes, que refleja que tan profunda es la crísis del capitalismo colombiano e internacional.
La victoria de Petro es una derrota del uribismo y tendrá el efecto de reforzar la confianza de las masas en sus propias fuerzas. Eso es lo que teme la clase dominante, que la presidencia de Petro abrá aún más las compuertas de la lucha por mejores condiciones de vida y que la esta se convierta en un torrente desbocado que no puedan controlar.
Lecciones del 2018:
El tercer intento de Petro de ganar la presidencia reflejó una corrección a las falencias que definieron su campaña de segunda vuelta en el 2018. Por ejemplo, el cambio de enfoque hacia la movilización de las masas (a través de esfuerzos masivos para transportar a votantes abstencionistas, crear comités de testigos electorales, etc.) son eventos nuevos que le enseñaran a toda una capa de obreros, jóvenes y campesinos que no pueden contar solo con las ventajas de la democracia burguesa para ganar, sino que solo pueden contar con sus propias fuerzas.
Petro redobló sus esfuerzos en las regiones en donde perdió en 2018, como la Costa Atlántica y la Amazonía. Sin embargo hay que decir que la manera en que logró esto no fue solo con más eventos multitudinarios en todas las regiones, sino también dependiendo de los “caciques” (dirigentes tradicionales vinculados a la política tradicional) de cada departamento para movilizar votos. Alianzas con personajes como Zulema Jattin y William Montes, coordinadas por figuras como Roy Barreras, Armando Benedetti y Alfonso Prada (provenientes del Santismo) son demostraciones del lado débil del Petrismo.
En comparación, Hernandez obtuvo 10,5 millones, prácticamente todos los suyos más los de Federico “Fico” Gutierrez, que sumaban 11 millones. Por lo tanto la diferencia entre los 8.5 millones de Petro en la primera vuelta y los 11,2 que sacó ahora, provienen principalmente del aumento de la participación, que pasó del 55% al 58%. Esto indica las tácticas del Pacto Histórico a través de esta segunda vuelta, en donde se concentraron en buscar a aquellos que se abstuvieron de votar en la primera vuelta, en vez de mitigar el programa político que se había pactado desde la primera vuelta. Sin embargo, todavía hay que notar que el programa político del Pacto Histórico en el 2022 es un resultado de las moderaciones y mitigaciones que Petro había tomado en la segunda vuelta del 2018.
Una victoria histórica
Esta victoria simplemente no sería posible sin el paro nacional del 2021. Durante esos tres meses, el Uribismo estuvo en jaque y la clase dominante reconoció a las primeras líneas como el augurio de su caída. Lo único que salvó al gobierno de Iván Duque fue el papel de las centrales sindicales, quienes desmovilizaron a los obreros sindicalizados y sirvieron como frenos para el movimiento. Pero la advertencia hizo pensar al sector más inteligente de la burguesía. Este estado de ánimo se reflejó en las declaraciones de Alejandro Gaviria al Financial Times de Londres: “estamos durmiendo en la boca de un volcán. Hay mucha insatisfacción. Podría ser mejor tener una explosión controlada con Petro que contener el volcán. El país está demandando el cambio.”
El valor histórico de esta victoria también viene del hecho de que Petro ha ganado gracias a la formación de una coalición de todos los partidos de masa de izquierda en el país. Desde el Partido Comunista Colombiano hasta Colombia Humana, Petro ha formado una coalición de masas. Sin embargo, en la búsqueda de la presidencia, el Pacto Histórico le ha abierto la puerta al Santismo. Esta es la contradicción que define al Pacto Histórico. Un partido de masas cuyas bases quieren luchar por mejoras sustanciales en sus condiciones de vida y por deudas históricas (como la reforma agraria y una reforma al sistema de salud) pero cuyo liderazgo tiene vínculos con aquellos que se han ganado sus grandes fortunas a través de la acumulación de tierra y la privatización de la salud en los 90s.
Varios episodios a través de la formación del Pacto Histórico reflejan esta tensión, desde el escándalo de las listas cerradas hasta los “Petrovideos” (videos donde los dirigentes del Pacto Histórico discuten entre ellos como ganarse los votos de los ricos e incluso financiación de compañías como Supergiros). Incluso la elección de Francia Márquez como vicepresidenta demuestra la necesidad de Petro de ofrecerle a las bases más militantes por el cambio un lugar prominente en la coalición. Márquez ha sido clara desde el principio que ella no estaba dispuesta a ser solo una figura decorativa. De hecho, su tendencia a ser abierta con respecto a sus diferencias la puso en duda para la vicepresidencia y terminó ahuyentando a César Gaviria, el dirigente máximo del partido liberal.
Es bastante posible que Francia juegue un papel muy importante a la hora de librar la lucha dentro del Pacto Histórico contra aquellos que decidan que defender los intereses de los patrones es más importante que lograr las reformas que los han puesto en el poder en primer lugar. Pero será solo sobre la medida que las bases del Pacto Histórico respondan a la necesidad de romper con estos dirigentes e impongan medidas democráticas (como el principio de elección a los cargos de dirigencia y el derecho de revocación) dentro de la coalición
Los límites del Petrismo
Los cuatro años de la presidencia de Petro serán definidos por la crisis internacional del capitalismo y los estragos que esta ha causado en la economía colombiana. En un país en el cual la deuda externa es equivalente al 50% del Producto Interno Bruto, en donde la inflación ha convertido al peso colombiano en la moneda más devaluada del mundo y con el desempleo más alto en el continente (con un 10% de acuerdo a The Economist) es claro que el gobierno de Petro será puesto a prueba.
Para ser claros, el programa de Petro es claramente un programa reformista. Su consigna es la de un capitalismo más humano. Lo que ha propiciado a Petro el odio de la clase dominante ha sido el hecho de que ha propuesto reformas que en el contexto del atrasado capitalismo colombiano, dominado por el imperialismo, implican grandes pérdidas para los verdaderos dueños de la economía colombiana: el imperialismo estadounidense y sus títeres en la oligarquía capitalista. Por ejemplo, su propuesta de detener (“desde el primer día”) las exploraciones petroleras y mineras para iniciar una transición a fuentes verdes de energía es un ataque directo a las ganancias de una clase dominante cuya mayor exportación es el petróleo. Similarmente, su propuesta de una creación de sistema de pensiones públicas en un país en el cual el 90% de los trabajadores no alcanza a obtener suficientes pensiones para retirarse es una propuesta que ha atraído el interés de los obreros y los campesinos, pero los ataques de la oligarquía colombiana que usa el dinero de las pensiones para invertir y obtener beneficios personales a poco beneficio de sus supuestos beneficiarios.
Hay que decir que estas propuestas no son las propuestas de un comunista desbocado y listo para expropiar y nacionalizar todos los sectores de industria. Estas son propuestas que de hecho no empiezan a tocar las fuentes del poder de la oligarquía colombiana. Su propuesta para una reforma agraria empieza con la perspectiva de comprar las tierras improductivas de los latifundistas en caso de que no quiera usarlas y se rehúse a pagar los impuestos. (Programa del Pacto Histórico, pg. 19). Estas propuestas, en conjunto con su naturaleza conciliadora con la clase dominante, son las debilidades de un gobierno de Petro. No hay que ver más allá de su discurso de aceptación, en donde invita a la oposición a gobernar con él y declara “a aquellos que dijeron que íbamos a destruir la propiedad privada, les diría lo siguiente: Nosotros vamos a desarrollar el capitalismo colombiano. Tenemos que superar el feudalismo colombiano,” para ver la manifestación de ese lado.
Es importante para nosotros aclarar que el atraso colombiano no es el producto del “feudalismo”. En Colombia hay un mercado libre, esclavitud asalariada y propiedad privada de los medios de producción. Estás son las características del capitalismo. Pero el capitalismo colombiano es definido por el desarrollo desigual y combinado, en donde la oligarquía latifundista depende de la concentración de la tierra y el apoyo financiero del imperialismo estadounidense que la coloca en una posición de subordinación respecto a la economía mundial capitalista, al precio de que su economía es relegada a la exportación de materia prima, sin poder manufacturar o importar técnica. En otras palabras, el atraso de la economía colombiana está al beneficio del imperialismo estadounidense. La tarea de desarrollar la economía colombiana no requiere una perspectiva de etapas, donde solo se puede lograr el socialismo pasando por el desarrollo capitalista en cada país. Lo importante es entender que la economía mundial es capitalista y que por consiguiente ha creado la necesidad de luchar por el socialismo en cada país. El “capitalismo democrático y productivo”del que habló Petro ni existe ni puede existir en Colombia en la época de la dominación imperialista.
El asedio de la clase dominante
La respuesta de la clase dominante a la victoria de Petro ha sido una de aceptación con condiciones implícitas. Tanto Alvaro Uribe Velez como Rodolfo Hernández han “aceptado” la victoria de Petro. Pero lo han hecho mientras que recuerdan a la gente que solo están dispuestos a aceptar un gobierno de Petro en la medida en la que “respete las instituciones”. Insisten en la necesidad de llegar a un “gran acuerdo nacional” (un lenguaje que también Petro ha adoptado) y de que gobierne no solo para los que le han votado sino también para los que le han adversado. En cambio, cuando alguien como Duque gana, él tiene el mandato para implementar su programa sin preocupaciones.
Hay que decir que lo que motiva esta aceptación es la necesidad de evitar otra explosión social en donde la burguesía colombiana sabe que no tiene suficiente apoyo popular para poder mantenerse en el poder en ese caso. Pero también debido a la estrategia a largo plazo de confiar en las instituciones democráticas burguesas para enrutar el movimiento detrás de Petro a los canales más seguros para así descolmillarlo.
El Pacto Histórico no solo tendrá que lidiar con la oposición de los elementos más conservadores del país, quienes todavía tienen una gran parte de las curules legislativas. También tendrán que enfrentarse al hecho de que, si bien tienen el número más alto de senadores y el segundo número más alto de representantes, todavía son una minoría en ambas cámaras. No solo esto, sino que la burguesía usará todos los medios a su alcance para sabotear cualquier medida progresista que se atreva a tomar el presidente democráticamente electo. Usará los medios de comunicación para librar una campaña de calumnias y difamación sin igual, recurrirá al sabotaje por parte del aparato de estado burgués, del sistema judicial, de las fuerzas armadas. Veremos la amenaza de huelga de inversiones y fuga de capital. La dirigencia del Pacto dirá que entonces que la tarea será moderar las reformas para poder pasarlas a través de acuerdos.
Nuestra respuesta a estas condiciones desfavorables tiene que ser la movilización en las calles para romper la resistencia de aquellos partidos que están dispuestos a usar su poder para frenar el cambio. No hay nada más democratico y poderoso que el pueblo trabajador en movimiento y es hora de demostrarlo.
La lucha continúa
La victoria de Petro representa un gran suspiro de tranquilidad para aquellos que temían una victoria de Rodolfo Hernández y la continuación de las políticas de austeridad y represión que definieron los cuatro años de Iván Duque. No solo esto, sino que la victoria de Petro representa las aspiraciones de millones de Colombianos que quieren ponerle fin al atraso. Su victoria es un evento histórico, y así se celebró justamente en la noche del domingo, pero solo es un primer paso. Será importante para los Marxistas seguir con cuidado las acciones del gobierno de Petro.
Petro se encuentra enfrente a una encrucijada: puede gobernar para las masas del pueblo trabajador que lo han aupado a la presidencia o gobernar para la oligarquía. En la medida en la que implemente reformas que mejoren la calidad de vida de las masas, se ganará el odio de los empresarios, los latifundios y el imperialismo estadounidense ya que la economía colombiana está tán atrasada que las ganancias no se pueden repartir sin quitarlas a la oligarquía. Si vacila u ofrece concesiones a la oligarquía en el nombre de la conciliación de clases, desanimará a su propia base y sentará los cimientos de su caída.
Dentro de la lógica del capitalismo, sólo hay una vía: mientras los medios de producción estén en las manos de la oligarquía, Petro no los va a poder controlar y por consiguiente, nunca podrá desarrollar la capacidad productiva del país, ya que el costo de inversión es demasiado grande para el patronal, que solo le interesa sus ganancias. No solo esto, pero todo gasto en la infraestructura social o en reformas significaría quitarle dineros a los imperialistas en Washington.
La única manera de avanzar es romper con la lógica del capitalismo. La juventud, el campesinado y la clase obrera colombiana sólo pueden confiar en sus propias fuerzas. Las mismas fuerzas que estremecieron a la clase dominante por tres meses en el 2021 y le pusieron fin a la reforma tributaria. Es urgente formar una alternativa revolucionaria que pueda llevar ese programa a la discusión que se va a abrir en las organizaciones de masas.
Cualquier paso adelante que dé el gobierno habrá que defenderlo en las calles ante la resistencia de la clase dominante. Cada vacilación o retroceso del gobierno habrá que resistirlo con la lucha de masas en las calles.
La tarea de los marxistas en estos siguientes cuatro años es clara: formar un vínculo con los sectores más avanzados de las masas que saldrán a las calles a organizarse. Ofrecer tácticas y estrategia en cada lucha que puedan ganarnos las reformas que esta presidencia promete, aumentar la confianza de la clase obrera en su propia fuerza y ganarse a los mejores elementos del movimiento obrero. Solo de esta manera podremos construir una verdadera alternativa revolucionaria que pueda convertir la lucha por las reformas en la lucha por el socialismo, para así ponerle fin a la oligarquía colombiana, una cabal de parásitos cuyo único interés es el enriquecimiento de sus arcas y la de sus amigos en Washington.