Tras la muerte de la Reina, los dirigentes sindicales han cancelado las huelgas previstas "por respeto" a la Familia Real. Pero los conservadores y la patronal no han detenido su guerra de clases. El movimiento obrero debe movilizarse para derribar su sistema.
Tras el fallecimiento de la Reina Isabel II, ha habido una ola de muestras de "duelo" en los últimos días, ya que Gran Bretaña entra en un período oficial de luto nacional.
Se han cancelado partidos de fútbol. Se ha prohibido la comedia televisada. Y dondequiera que se mire, ya sea en las escaleras mecánicas de las estaciones de metro, en las paradas de autobús o en los centros comerciales, las pantallas brillan con la imagen del rostro de la Reina, en su honor.
Esta pompa y esplendor ha hecho que todo lo demás desaparezca de los canales de noticias y de los periódicos, incluida la crisis del coste de la vida, que un presentador de la BBC declaró que era "insignificante".
Pero como comentó el comediante de monólogos de Glasgow, Kevin Bridges, en un espectáculo (que Bridges se negó a cancelar): "No va a ser la única anciana que muera este invierno".
Que haga falta un comediante para cortar el aluvión de propaganda con banderas sólo llama la atención sobre el ensordecedor silencio que emana de quienes deberían expresar los verdaderos pensamientos de millones de trabajadores y jóvenes: los líderes del movimiento obrero.
Starmer
No es de extrañar que el líder del Partido Laborista, "Sir" Keir Starmer, se haya unido a la extravagante efusión de dolor del establishment.
"Hoy, nuestro país, nuestro pueblo, esta Cámara están unidos en el luto", declaró Starmer con bombo y platillo, hablando en el Parlamento. "La reina Isabel II fue la mayor monarca de este gran país, y para la gran mayoría de nosotros resulta imposible imaginar una Gran Bretaña sin ella".
Esta nauseabunda estupidez de la "unidad nacional" también tuvo eco en la página web del partido, donde Starmer concluyó una declaración oficial diciendo "Durante setenta años, la reina Isabel II fue la cabeza de nuestro país. Pero, en espíritu, estuvo entre nosotros".
Este tipo de declaraciones son el mismo himno del resto de la clase dirigente patriotera: que la Reina era una británica normal y corriente.
Al escuchar semejantes barbaridades, uno se olvida de que “Lizzy” era una monarca millonaria que presidió las atrocidades coloniales y el empobrecimiento de sus queridos súbditos, y que incluso se atrevió a reclamar dinero del fondo de pobreza del Estado para calentar el Palacio de Buckingham.
Tal adulación por la muerte de "nuestra" jefa de Estado no elegida no es sorprendente, viniendo de este caballero del reino que lidera la Oposición Más Leal de Su Majestad. Starmer lleva mucho tiempo demostrando ser un devoto y patriótico servidor del establishment británico.
Sin embargo, más que eso, al unirse al coro de la "unidad nacional", justo en un momento en que la división de clases en la sociedad se está revelando cada vez más crudamente, Starmer muestra su verdadero papel como agente de la clase dominante.
Huelgas
Además del aplazamiento o la cancelación de eventos deportivos, proyecciones de películas y (lo más extraño) las previsiones meteorológicas, varios sindicatos también han tomado la decisión de aplazar las huelgas.
En el caso de la CWU [Sindicato de Trabajadores de la Comunicación], se trató de una convocatoria de última hora, ya que el anuncio del sindicato de los trabajadores de correos sobre la huelga programada para el viernes pasado no se hizo hasta la noche anterior a su celebración.
El CWU, a su vez, siguió el ejemplo del RMT [Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte], que ya había suspendido la huelga de ferrocarriles prevista para los días 15 y 17 de septiembre.
Desde entonces, ASLEF [Sindicato de Maquinistas], TSSA [trabajadores de las industrias del transporte y los viajes] y PCS [Sindicato de los Servicios Públicos y Comerciales] han pospuesto sus huelgas, mientras que el RCN también ha retrasado el inicio de su votación de huelga de las enfermeras del NHS [trabajadores del sistema público de salud].
En medio de una guerra de clases furiosa, se ha propuesto efectivamente una tregua a la clase dominante. Sin embargo, debemos tener claro que se trata de una tregua unilateral.
La patronal, los conservadores y los banqueros no han cesado en sus ataques contra los salarios y las condiciones de trabajo. Tampoco están haciendo nada sobre el aumento del coste de vida. De hecho, se están beneficiando de ello.
Los capitalistas son unos hipócritas apestosos de principio a fin.
Se espera que los trabajadores suspendan las huelgas y abandonen sus luchas. Pero no ha habido ningún anuncio de los jefes de Royal Mail (empresa nacional de Correos) sobre un aumento salarial real que se ofrezca "por respeto"; ninguna declaración de los jefes de Network Rail (empresa concesionaria de ferrocarriles), suspendiendo sus planes de recortes de puestos de trabajo para honrar a Su Alteza Real.
Tampoco los monopolios energéticos han dejado de lucrarse, en reconocimiento del dolor colectivo de la nación.
De hecho, es probable que los empresarios y multimillonarios utilicen este paréntesis para preparar su próxima ofensiva contra la clase trabajadora, con la primera ministra entrante, Liz Truss, amenazando con introducir una nueva legislación antisindical represiva.
Ilusiones
Acompañando a estos anuncios de huelgas pospuestas, por desgracia, hubo una serie de declaraciones serviles de las cúpulas del movimiento obrero, "presentando sus respetos" a la Reina y a la Familia Real.
"El movimiento sindical del Reino Unido envía sus condolencias a la Familia Real por la muerte de la Reina", tuiteó el TUC [Congreso de los Sindicatos Británicos], por ejemplo, "[reconociendo] sus muchos años de servicio dedicado al país".
Del mismo modo, los diputados laboristas de izquierda, como Rebecca Long-Bailey, también escribieron mensajes patrióticos desgarradores, repitiendo la línea del establishment sobre cómo la Reina "nos unió a todos", e incluso tachando sus perfiles en las redes sociales en señal de homenaje.
Este lenguaje hace el juego a la clase dominante, con sus llamamientos a la "unidad nacional", que están conscientemente diseñados para desmovilizar y desorientar a los trabajadores.
Además, siembra peligrosas ilusiones en la monarquía, que no es amiga de la clase obrera.
En lugar de cantar las alabanzas de nuestros enemigos de clase, los dirigentes laboristas y sindicales deberían explicar y exponer el verdadero papel reaccionario de la monarquía, un arma de reserva de la clase dominante, que se desplegará contra el movimiento obrero cuando llegue el momento.
Acción
Además de las jornadas de huelga canceladas y los elogios, el Congreso del TUC de este año también fue pospuesto.
En el congreso se iban a debatir varias mociones que pedían una acción coordinada de todo el movimiento sindical. Si se hubieran aprobado y puesto en práctica, habrían supuesto un enorme paso adelante para el movimiento.
El aplazamiento del congreso no debe ser utilizado por los dirigentes sindicales para esconder estas mociones bajo la alfombra.
Por el contrario, los activistas sindicales deben asegurarse de que se incluyan en el orden del día del nuevo Congreso del TUC, que se celebrará en Brighton del 18 al 20 de octubre.
Y sobre todo, esta reunión de los principales representantes sindicales debe convertirse en un consejo de guerra de clases, utilizado como plataforma de lanzamiento para reanudar la huelga de masas en todo el movimiento.
Adelante
Hasta ahora, el movimiento sindical estaba cobrando impulso, ya que las huelgas combativas de los trabajadores del ferrocarril y de los servicios postales daban confianza a los trabajadores.
La muerte de la Reina –y la respuesta de los sindicatos– ha cortado temporalmente el impulso que se había creado durante el verano en estas huelgas. Pero éste puede ser recuperado, y lo será.
Al igual que el rey Canuto no pudo hacer retroceder la marea, nadie puede frenar la creciente ola de lucha de clases.
Ninguno de los problemas a los que se enfrentan los trabajadores ha desaparecido. De hecho, es probable que empeoren aún más.
Los economistas incluso predicen que el día festivo del próximo lunes para el funeral de Estado podría hacer que el país entre en recesión (aunque puede que ya estemos en una).
Por lo tanto, los líderes sindicales deberían anunciar nuevas fechas de huelga a la mayor brevedad posible.
Y hay que preparar una acción coordinada a nivel nacional, junto con concentraciones y manifestaciones en cada pueblo y ciudad, como parte de una campaña masiva, con el objetivo explícito de hacer caer a los tories y a todo el sistema patronal.
Esta es la única manera de celebrar adecuadamente la muerte de la querida Reina Lizzy –para derrocar el viejo orden que ella, la monarquía y el resto de la podrida clase dominante representan.