Editorial LdC nº 92.- En el último año hemos visto un alineamiento creciente del gobierno español con las políticas imperialistas occidentales, tanto en lo que se refiere a la guerra de Ucrania, como a la ampliación y potenciación de la OTAN, el incremento del armamentismo o en las relaciones con Marruecos sobre la cuestión del Sáhara. En este Editorial explicamos las causas de esto.
Desde el restablecimiento de la democracia burguesa en el Estado español existe una especie de división del trabajo entre la derecha y la socialdemocracia españolas. La primera, suele encargarse de aplicar los ataques económicos, sociales y antidemocráticos más relevantes que demandan los grandes empresarios y banqueros contra la clase obrera. La segunda, tiene en lo más alto de su agenda mantener y ampliar los requerimientos y privilegios del aparato del Estado, sobre todo de la casta militar, y atender solícitamente los mandatos del imperialismo occidental, particularmente de EEUU.
Esta división del trabajo no es casual. Dado el abrumador sentimiento antimilitarista y antiimperialista que existía desde el final del franquismo entre la juventud y la clase trabajadora, y que aún mantiene una cierta amplitud, era lógico que fuera el PSOE quien llevara las tareas más pesadas en este campo en lugar de la derecha, quien rápidamente encontraría una oposición de masas en la calle si se ensuciara sus manos con estas labores. El ejemplo de la última guerra en Irak de 2003-2004 está grabado en la memoria colectiva con un vivo recuerdo. La guerra encontró en el gobierno de Aznar a uno de sus principales impulsores, y contra ella se movilizaron en las calles españolas más de 6 millones de personas en un solo día. Esta guerra fue la que precipitó la expulsión del PP del gobierno tras los atentados yihadistas en Madrid del 11M de 2004, como respuesta a la implicación española en Irak, y después del intento de Aznar de atribuírselos desvergonzadamente a ETA.
Incremento del gasto militar
Así, no es casual que desde que el gobierno de Sánchez llegara a La Moncloa, en junio de 2018, el gasto “oficial” en Defensa haya aumentado ¡un 48,4%!, desde los 8.642 millones de euros que heredó del gobierno Rajoy hasta los 12.827 millones de euros aprobados en el presupuesto de 2023, algo más del 1% del PIB. Pero, como ya expusimos en nuestro Editorial del número 89 de Lucha de Clases, a ese gasto deben sumarse otros 14.790 millones repartidos en otros ministerios y en los programas de modernización, que elevan el gasto militar real a 27.617 millones, el 2,17% del PIB español.
Merece la pena fijarse en esto, porque el gobierno español se alineó sin chistar con el resto de países europeos en la Cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid el pasado mes de junio, en la propuesta de elevar el presupuesto militar en los próximos años hasta el 2% del PIB. Concretamente, Sánchez se comprometió en alcanzar este logro en 2029. Esto quiere decir, que el 2% “oficial” del PIB que se alcance en 2029, en realidad esconderá un gasto en defensa muy superior, ya que seguirán camuflados en otros gastos y ministerios partidas destinadas al gasto militar, como ocurre ahora.
Las razones de este incremento del gasto armamentístico en Europa están claras. EEUU no puede soportar sobre sus hombros la casi totalidad de la defensa de los intereses del imperialismo occidental, y ha impuesto a la OTAN compartir esfuerzos tanto en la “seguridad” europea como en sus aventuras imperialistas en otras partes del globo, como ya venía haciendo en los Balcanes, Afganistán, o África. Así, España destinará 1.120 millones de euros en 2023 para operaciones militares en el exterior.
La guerra de Ucrania
El gobierno español, como no podía ser menos, abrazó una feroz posición belicista en la actual guerra de Ucrania alineándose con la OTAN en su guerra indirecta con Rusia. Para la actual guerra de Ucrania, España había destinado 348 millones de euros hasta el mes de octubre, entre ayuda financiera, equipos militares y municiones y material sanitario. En esto, no falta el humor. En torno al debate surgido sobre el envío de los tanques Leopard 2 alemanes a Ucrania, el gobierno español se ha comprometido a enviar la “considerable” cantidad de 4 a 6 unidades que tiene en su poder. Pero se trata de tanques viejos almacenados en un depósito de Zaragoza desde hace 15 años, la mayoría averiados. En unas declaraciones a la prensa en agosto pasado –cuando el envío de estos tanques no estaba sobre la mesa– la ministra de Defensa, Margarita Robles declaró: "No es posible enviarlos porque están en una situación absolutamente lamentable. Ha habido exámenes correspondientes y están desde hace muchos años en unas condiciones que no se pueden utilizar porque serían un riesgo para las personas" (La Sexta, 27/01/23).
Ampliación de la base de Rota
Otro de los aspectos que subrayan el sometimiento español a los intereses imperialistas fue el anuncio el verano pasado de la ampliación de la presencia norteamericana en la base naval de Rota (Cádiz), tras la reunión mantenida por Sánchez y el presidente Biden en la citada Cumbre de la OTAN. Según el acuerdo alcanzado, EEUU incorporaría dos buques de guerra más y 600 efectivos. Lo escandaloso de este acuerdo es que el gobierno, en el que participa Unidas Podemos, no lo someterá a votación en el Congreso de los Diputados con la excusa de que es suficiente revisar una de las enmiendas del convenio de seguridad bilateral de España con EEUU, para darle validez legal. De la misma manera que el PSOE de Sánchez se somete dócilmente al imperialismo de EEUU, la dirección de Unidas Podemos se somete a la política imperialista que les dicta el PSOE de Sánchez, poco importa que lo justifiquen con el argumento barato de que son minoría dentro del gobierno. Al participar en el mismo, se hacen corresponsables de sus políticas y decisiones.
Marruecos y el Sáhara
Sin duda, una de las últimas manifestaciones más serviles hacia el imperialismo ha sido el cambio súbito de postura del gobierno respecto a Marruecos y la cuestión del antiguo Sáhara español. Marruecos ha encontrado una mina de oro en la cuestión migratoria para torcerle el brazo al gobierno español en la cuestión del Sáhara, que es un asunto vital para la monarquía alauita tanto por intereses económicos, como de prestigio y para desviar en líneas nacionalistas y chovinistas el malestar social interno. Con el chantaje de dejar cruzar la frontera a miles de inmigrantes, casi todos subsaharianos, como hizo en mayo de 2021, el gobierno firmó un protocolo en abril del año pasado por el cual reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara y se avenía a la postura, también defendida por EEUU, de otorgar al Sáhara el estatus de región autónoma dentro de Marruecos. Esto fue una traición completa al pueblo saharaui por parte de quien fue su antigua metrópoli.
Esto continuó de una manera abyecta cuando se descubrió hace un par de meses una red de corrupción en el Parlamento Europeo establecida por los gobiernos de Catar y Marruecos, consistente en el soborno de eurodiputados para que promovieran acuerdos de la Unión Europea favorables con dichos gobiernos. Cuando hace unas semanas, de manera hipócrita para acallar el escándalo entre la opinión pública, el Parlamento Europeo votó una resolución para prohibir la entrada en el recinto de funcionarios marroquíes y cataríes, donde hasta entonces se paseaban “como Pedro por su casa”, ¿quiénes fueron los únicos que votaron en contra? Oh, sorpresa: ¡los eurodiputados socialistas españoles!
Una continuación de la política interior
En realidad, todo esto no tiene nada de sorprendente. La política exterior sólo es la continuación de la política interior. El sometimiento a los intereses capitalistas en casa, debe tener una correspondencia en el sometimiento a los intereses capitalistas españoles fuera de casa. Las exportaciones a Marruecos en 2022 han superado en 10.000 millones de euros las de 2021, un aumento del 12,72%. España es ahora el principal inversor extranjero en Marruecos. La burguesía española tiene muchos intereses económicos aquí, y por tanto, la política exterior española debe adecuarse a estos intereses capitalistas a ambos lados de la frontera.
Por la misma razón, sería un error colegir de todo lo mencionado que el mayor sometimiento del gobierno español al “amigo americano” y a la OTAN se debe a la debilidad y cobardía de Sánchez y del aparato del PSOE, con ser verdad, sino que responde a los intereses del capitalismo español de hacer su parte para sostener sus propios intereses imperialistas en todo el mundo (sobre todo en el norte de África, Oriente Medio y América Latina) de la mano de sus compinches imperialistas de EEUU y de Europa.
A la izquierda del PSOE, una genuina posición antiimperialista no puede venir de quienes, como los dirigentes de Unidas Podemos, se someten en casa y fuera de ella, al “statu quo” capitalista. Una posición antiimperialista consecuente sólo puede venir de la mano de una auténtica política y programa socialistas. Antiimperialismo y anticapitalismo son las dos caras de una misma moneda.